domingo, 11 de octubre de 2009

Domingo de Remember_Isaki Lacuesta


El desenfreno del día a día nos imposibilita un tiempo para el recuerdo, ni siquiera facilita la reflexión sobre nuestro caprichoso y, a veces racional, devenir. Por eso y no por otras razones, existen los domingos, para dar cabida a la conexión neuronal backward a modo de rebobinado en VHS.

Abreviando, que es gerundio, dirán algunos. Pues bien, cada domingo habrá sección fija (y con ésta ya llevamos 3. Recuerden: Canciones para un martes, Hoy cocino yo y Domingos de remember) en la que recuperaré una entrevista o artículo que la que esto suscribe haya publicado con anterioridad.

Empezamos, pues, con Isaki Lacuesta (Gerona, 1975). No en vano, uno de los cineastas españoles imprescindibles en mi cinemateca particular acaba de recibir el Premio de la Crítica Internacional (FIPRESCI) en la Sección Oficial del 57 Festival Internacional de Cine de San Sebastián por su último trabajo, Los condenados. ¿Qué mejor ocasión que ésta para recuperarle?

ENTREVISTA A ISAKI LACUESTA

Realizada el 8 de enero de 2008 / Publicada en Autozine


Cuando hablamos de cine español parece que nuestra capacidad de raciocinio se reduce hasta límites insospechados y sólo vemos lo que se nos pone delante en casi todas las salas comerciales. Pero, ay amigos, el mundo es mucho más amplio y cabe de todo. ¿Han visto, acaso, Cravan vs Cravan? Si no es así, dejen de leer y consíganla como sea (es difícil). Luego pueden seguir con la lectura.

Les anticipo ya mismo que lo que verán es distinto a lo acostumbrado, casi rozando lo experimental (aunque esta palabra no le guste mucho al propio Lacuesta) y que algunos denominan cine de autor (incongruencias, pues todo trabajo tiene un autor, aunque sea un equipo). Les cuento también que su filmografía es escasa, pues cuenta tan sólo con dos largometrajes en su haber (Cravan vs Cravan y La leyenda del tiempo), pero podría comparársele con el propio Zulueta por su particular juego con el cine y su mirada propia. Pero también hay trabajo por encargo: Las variaciones Marker (un homenaje al séptimo arte y al universo de Chris Marker, inventor del ensayo fílmico), Marte en la tierra (retrato del Parque Minero de Riotinto en Huelva, donde se encuentra el lugar más parecido a Marte que existe en la tierra) y Microscopías (una suerte de documental en el límite que separa el arte de la ciencia), entre otros. Todo un lujo para las neuronas. Además, ejerce de docente en los masteres de documental de la Pompeu Fabra y la Universidad Autónoma de Barcelona y acaba de presentar un proyecto colectivo en ARTIUM, su primera instalación concebida para un museo, que se inaugura este mes (del 8 de febrero al 31 de marzo). Se titula Miradas al límite y pretende reflexionar sobre nuevas formas de hacer cine. También participan Jaime Rosales, Luiso Berdejo, Fernando Franco y Elías Siminiani.


¿Cuáles han sido sus orígenes como cineasta?

“Mi origen es como el de todo el mundo. Empecé como espectador y no recuerdo que hubiera un momento de iluminación. Siempre me había gustado ver películas e imagino que de forma natural, surgió la idea de hacerlas. Empecé a trabajar como periodista, mientras terminaba la carrera, hice crítica cinematográfica… Un poco más tarde. empecé a pensar en hacer cine.”

¿Hizo algún corto previo a los largos?

“No, eso es curioso. Todos mis cortometrajes son posteriores a mis largos. Hice un corto antes de ‘Cravan vs Cravan’, pero ya nació como parte del largo posterior.

Primero fue Cravan vs Cravan (2002) y luego llegó La leyenda del tiempo (2006). ¿En qué se parecen y en qué se diferencian ambos trabajos?

“Son películas formalmente muy estrictas. ‘Cravan vs Cravan’ tiene unas preocupaciones más teóricas e intuyo que, al ser mi primer largometraje, quise probar muchas cosas. Tiene un punto de reflexión sobre los límites de la verosimilitud, sobre las demarcaciones entre el documental y la ficción. Desde este aspecto, aunque sea muy narrativa, es una película más de ideas. Mientras que ‘La leyenda del tiempo’ es más cercana al retrato y muestra la necesidad de filmar a personajes y acercarse a ellos.”

¿Qué le motiva a la hora de trabajar, qué le hace ponerse tras la cámara?

“’Cravan vs Cravan’ nace a partir de un personaje que descubrí y cuya historia estaba llena de vacíos y misterios. Empecé a trabajar sobre esos misterios, no tanto para descubrirlos, sino para dar vueltas alrededor de ellos. Se decía que había sido poeta, boxeador, amigo de Oscar Wilde… y que despareció en el mar. No contaban nada más. Era una sinopsis prometedora, pero no llevaba a ningún sitio. Me apetecía mucho trabajar en ello, era como un impulso afectivo. Sin embargo, ‘La leyenda del tiempo’ surge gracias a un viaje que hice por Cádiz donde conocí a gente y lugares como los que aparecen en la cinta. Lo que sí tienen en común ambas películas es que surgen de impulsos vitales y son fruto de la experiencia, además de contar cosas que antes no conocía.”

¿Cuáles son sus referentes a la hora de trabajar?

“Son cientos. Me gusta mucha gente distinta (Jean Rouch, Eric Rohmer, Jean Vigo…). Como cineasta, me interesan aquellos que llegan al rodaje con todo muy abierto y que no se constriñen a un guión.”

Casi podría decirse que su trabajo tiene un cierto componente experimental. ¿Qué diferencia su cine del panorama cinematográfico patrio habitual?

“Creo que es experimental en la medida en que haces las cosas por primera vez. Imagino que si hiciera una comedia con Esteso y Pajares, como nunca lo he hecho antes, sería experimental. No asocio la palabra experimental a un tipo de cine raro y trasgresor. Me gusta mucho más la palabra juego. Jugar y probar cosas nuevas. Muchas veces hablamos de experimental para referirnos al cine que no es comercial, pero dentro de éste también hay películas que son igual de adocenadas, pues están haciendo lo mismo que hacía ‘gente rara’ en los años 30. Es decir, llevan 70 años repitiendo el mismo esquema.”

¿Cree que hay un público para sus películas?

“Estamos en un momento muy curioso. La gente va cada vez menos al cine y lo consume en otros ámbitos. Si hablamos de películas menos comerciales podemos decir que tienen un recorrido más largo que el primer fin de semana de taquilla y se ven mucho más en festivales, en eventos, en otros sitios distintos a las salas (Internet, DVD…). Su público está en otra parte. Lo que, por supuesto, tiene sus ventajes y sus inconvenientes.”

¿Hay otros cineastas en España que entiendan el cine como usted?

“Sí. Conozco a mucha gente que está haciendo cosas no parecidas, pero sí con la misma intención. Muchos de ellos son amigos con los que comparto experiencias. Lo bonito es que, hasta ahora, había habido mucho francotirador individual y, actualmente, estamos en un momento en el que diferentes cineastas, incluso de generaciones distintas, podemos intercambiar experiencias y dialogar entre nosotros. Gente como Pere Portabella y José Luis Guerín que llevan trabajando 40 años y con los que puedes compartir una serie de ideas y hasta gente de la misma generación que la mía como Mercedes Álvarez, Jaime Rosales, Marc Recha, Jorge Tur, Gonzalo de Lucas, Andrés Duque y María Cañas.”

¿En qué influyó su “trainee” con Joaquim Jordá?

“Éramos muy amigos. Lo conocí en la Pompeu Fabra cuando preparaba ‘Monos como Becky’. En aquella época pasábamos mucho tiempo juntos (sobre todo escuchándole hablar). Estuve trabajando en la película y, en general, fue un aprendizaje muy bueno. Era un gran conversador y una persona muy generosa. Lo más importante de todo fue que me enseñó a trabajar con libertad total. En sus rodajes no había ningún miedo a lo imprevisto.”

Su trabajo se mueve entre la ficción y el documental. ¿Cree que hay una línea divisoria clara entre ambos lenguajes cinematográficos?

“Creo que no, justo todo lo contrario. Acostumbro a decir que no distingo entre la ficción y el documental o entre el cine escrito y el cine no escrito o entre el cine previsto y el cine no previsto. Eso en ‘La leyenda del tiempo’ está muy claro. Es puro documental y hay secuencias que son ficción y en medio hay toda una gama de grises posibles. Eso lo vemos, por ejemplo, en las películas de los hermanos Darden, de Kiarostami… De todos modos, esa apertura actual hacia lo documental no es algo novedoso, siempre ha sido así. Ha habido películas mestizas desde los inicios de la historia del cine. Lo importante es que el espectador sepa qué es lo que va a ver, que no se le engañe o mienta. Más allá de la indefinición que pueda haber de entrada, que al espectador no se le desubique.”

¿Qué importancia tiene para usted tanto el montaje como el reciclaje de imágenes?

“Para mí es fundamental como parte del juego. Me parece un gran divertimento. Estamos llegando a un momento en el cual hay tantas imágenes que la posibilidad de crear historias nuevas resulta apasionante. El reciclaje es una palabra bonita para definirlo y lleva años teniendo lugar. El primer cineasta que hizo una película argumental en España fue Fructuós Gelabert. Lo que desconocía es que también hizo una de montaje, en los años 20, sobre Joselito el gallo, sin un solo plano suyo. También Jardiel Poncela lo hacía, allá por los años 30, con películas españolas (dándoles marcha atrás, doblándolas, cambiando las voces, convirtiendo dramas en verdaderas comedias…). Algo así hizo Woody Allen con una cinta china a la que añadió nuevos diálogos y doblaje.”

¿En qué formato, 35 mm o digital, rueda sus trabajos?

“Ahora mismo, depende de qué. Desde el primer corto no había vuelto a rodar en 35 mm, hasta que he hecho la instalación para el ARTIUM, donde he mezclado 35mm, 16 mm, mini-dv, blanco y negro, color, multipantalla... De hecho, lo último que he rodado ha sido con una cámara de fotos. Más que ventajas e inconvenientes, hay que tener en cuenta cuál es el objetivo de la pieza. La reducción de costes es muy importante, pero no tiene que ser la única razón. Si aparte de haber sido grabado en una mini-dv has conseguido que tenga una estética propia, genial.”

Proyectos futuros...

“Ahora mismo estoy trabajando en un largometraje que se llama ‘Los condenados’ y que es totalmente de ficción, con guión, actores y todo ese tipo de cosas. Es una coproducción con Argentina y cuenta la historia de unos militantes revolucionarios argentinos de los 70 que, años después, regresan a donde habían luchado en busca de un antiguo compañero suyo desparecido. Es una historia que tiene muchos ecos de las novelas de Conrad. Quiero filmarla en la selva de Tucumán.”

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