domingo, 6 de septiembre de 2009

De cine_Mapa de los sonidos de Tokio

La última película de Isabel Coixet (Barcelona, 1962) regresa a su gran obsesión: el mundo de las parejas y las relaciones que se generan dentro y alrededor de ellas. Pero también nos habla de otra de sus filias, el mundo nipón (recuerden que la productora que fundó se llama Miss Wasabi Films).

Decir que, dadas las críticas leídas con anterioridad a su visionado, esperaba más bien poco de Mapa de los sonidos de Tokio. Afortunadamente, bajo estas circunstancias siempre se encuentra algo. Nada perfecto, pero sí disfrutable a trozos.

La imperfección, como espectadora, surge primero de unos actores cuyo físico no acaba de encajar en sus respectivos roles (un casting poco acertado, aunque ambos sean grandes actores). Uno imagina a Sergi López en el papel de alguien rudo, poco sibarita y lejos de conquistar a bellas jovencitas (dos en este caso, una detrás de otra). Uno imagina a Rinko Kikuchi (nominada al Oscar por su interpretación en Babel) como alguien poco dotado para la acción o el asesinato. Si se supera esa traba identificativa, se asume y asumo que hay química entre los actores durante las escenas de sexo (tal vez demasiadas), una química que se transmite al espectador y que logra conmover cuerpos aletargados, aunque durante el resto del metraje resulte inverosímil su "entendimiento".

Sumemos a eso la fotografía de Jean Claude Larrieu, unas localizaciones interesantes (sugerente y muy pop el love hotel con forma de vagón de metro donde los protagonistas dan rienda suelta a su pasión) y un sonido de los que dejan huella (“El Premio Vulcain que entrega la Comisión Superior Técnica de la Imagen y el Sonido, fue para el mezclador español Aitor Berenguer”). Restemos, ahora, el inglés del actor español, los esquemáticos diálogos, el inestable guión... Sumemos, de nuevo, la efectiva alusión a los sentidos (realmente degustamos el vino de la tienda que regenta Sergi López; olemos el pescado que Rinko corta con fruición en la lonja)...

Lo que queda es un thriller romántico e intimista que NO habla, según mi criterio, de la incomunicación en las parejas como han insinuado algunos medios (recordemos que son sólo amantes), sino de la soledad y la necesidad de amar a los demás para superar esa soledad (él revive a su novia muerta), del amor como redención (ella deja de ser asesina a sueldo, al menos con el destinatario de su amor). Tristemente, algo no funciona en el resultado final de la película (lo mismo pasó con Elegy, su anterior trabajo). Insisto: los diálogos, el guión, la historia en sí... En definitiva, un ejercicio de estilo muy poético, pero poco más. Tampoco convenció en el festival de Cannes donde compitió por la Palma de Oro junto a cineastas de la talla de Tarantino, Lars Von Trier, Haneke o Ang Lee, entre otros grandes. El ganador, sabido es por todos, fue Haneke con su perturbador (así es siempre su cine) largometraje El lazo blanco.

A continuación les dejo una muestra de la mencionada química sexual entre los actores y de la deliciosa banda sonora capaz de potenciar el momento, porque momentos sí tiene (vale, cuestionable la inclusión, otra vez, de un nuevo tema de Antony And The Johnsons).



Para aquellos a quien no les haya quedado claro el argumento o no lo conozcan a estas alturas, copio y pego de la web Estrenos de cine: "Ryu (Rinko Kikuchi) es una chica solitaria de aspecto frágil que contrasta con la doble vida que lleva: de noche trabaja en una lonja de pescado en Tokyo y esporádicamente recibe encargos como asesina a sueldo.

El señor Nagara es un poderoso empresario que llora la muerte de su hija Midori que se ha suicidado, y culpa del suicidio a David, un hombre de origen español que posee un negocio de vinos en Tokyo. Ishida, un empleado del señor Nagara que amaba a Midori en silencio contrata a Ryu para que asesine a David…

Un ingeniero de sonido, obsesionado con los sonidos de la ciudad japonesa y fascinado por Ryu es el mudo testigo de esta historia de amor que se adentra en las sombras de alma humana allá donde solo el silencio es elocuente."

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